AP: Esta herida llena de peces y Mal de niña son los dos libros de la escritora colombiana Lorena Salazar Masso. Ambos son maravillosos. La fuerza de esta joven escritora no se ha dejado de notar a lo largo de estos dos libros y de otras publicaciones que tiene en algunas revistas. Nacida en la ciudad de Medellín en 1991, es publicista y escritora. Es un gusto para Hablamos, escritoras tenerla el día de hoy en este micrófono para que nos cuente sobre estos dos libros y además sobre una trayectoria que de verdad va hacia arriba. Nosotros somos Hablemos, escritoras, un espacio que se dedica a difundir la obra de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos. Tenemos escritoras de todo el continente, de España, del Caribe y también de aquellas que radican en la diáspora en distintos lugares del mundo. Transmitimos cada semana y nos pueden escuchar en las distintas plataformas en donde escuchen sus podcasts. Y vengan a visitar nuestra página web en donde pueden leer en inglés y en español los scripts, además de visitar una extensa y maravillosa enciclopedia con sus perfiles y una biblioteca con más de tres mil seiscientas recomendaciones de libros. Yo soy Adriana Pacheco y me da muchísimo gusto el día de hoy recibirlos para conversar con Lorena Salazar Masso. Bienvenidos.
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AP: Ha estado maravilloso todo esto que tuvimos, primero conversando con algunas instituciones dentro de Colombia, de lo que está sucediendo en la escena literaria y ahora conversando con otras de sus escritoras. Y una de estas escritoras es alguien que yo ya desde hace mucho tiempo tenía ganas de entrevistar porque cuando me llegó su libro, este libro lindísimo publicado con Tránsito, la edición que a mí me llegó con esta portada verde y con un título muy especial, Esta herida llena de peces, yo dije yo quiero conversar con la autora de esta novela tan increíble. Muchísimas gracias Lorena Salazar Masso por aceptar la invitación con Hablamos, escritoras.
LSM: Adriana, muchas gracias a ti por la invitación y Hablamos, escritoras, estoy muy contenta de estar aquí.
AP: Pues mira, yo quedé sorprendida con tu primer libro y ahora con Mal de Niña también. Es una maravilla lo que estás haciendo desde las letras. Son dos novelas, las que llevas escritas, aunque has escrito en otros lados y ahorita platicaremos sobre eso, pero las dos tuvieron una entrada maravillosa. ¿Cómo fue que sucedió, Lorena, esto que desde el inicio pues entraste con el pie derecho a lo que es la literatura?
LSM: Bueno, yo creo que es una pregunta difícil porque creo que viene de antes el ejercicio de escritura y viene desde la observación, desde una atención o una obsesión o un interés por ciertas cosas que empecé a guardar desde muy pequeña y que luego de alguna forma empecé a poner en historias. Por supuesto, mi trabajo desde lo profesional se trató de escribir, pero lo literario vino después, entonces yo me atrevería a decir que la mirada sí que fue algo que empezó a darme vueltas hace muchos años y que pude finalmente ponerla en un lugar, hacerle un espacio cuando me puse a escribir. Entonces, bueno, es una mirada que igual se sigue trabajando y explorando, pero desde allí nació, entonces ya el trabajo fue entenderla, conocerla y permitirle que saliera en las historias que tenía en ese momento por escribir y que sigo teniendo hasta ahora.
AP: ¿Y empezaste a tomar notas? ¿Empezaste a revisar un poquito en apuntes, a recoger en apuntes todo esto que estabas tú viendo?
LSM: Yo empecé en ese momento o incluso desde muy pequeña, más que tomar notas, a escribir directamente, pero no guardaba nada ni lo veía como un libro, como un cuento, como algo estructurado, no. Lo veía como decía, pues si me permito el ejemplo aquí, como decía Simone Weil en sus cuadernos, como escritura y era un ejercicio constante de juego casi. Ya luego, cuando ya quiero estructurarlo un poco, sí empiezo a tomar notas, pero lo que escribí, todo lo deseché y lo que realmente, digamos, que puedo haber publicado en alguna parte, lo guardé en mi cabeza, eso no se me olvidó. Entonces eso fue muy muy bonito, como yo que considero que no tengo tan buena memoria como quisiera que me acordara de algunas cosas. Ahora sí que tomo notas y voy guardando todo, pero en su momento todo fue más como guardándose dentro de mí.
AP: Claro, además tú no vienes directamente de la literatura ¿no? Empezaste con publicidad y con otras ramas de, pues que también es escritura, pero no literaria, cuéntanos un poco sobre este origen y cómo esto ayudó de alguna manera también a tu proceso creativo.
LSM: Sí, mira que yo me decidí por publicidad, realmente no tenía muchas más opciones, o al menos que hubiese visto en ese momento y creo que uno está muy joven cuando decide qué va a estudiar. Y estuvo bien durante la carrera, estuvo más o menos bien cuando ejercí, porque me gusta mucho todo el tema del mundo creativo, todo lo que se puede hacer, compartir las ideas y demás. Pero no me adapté tan bien al entorno publicitario. Si bien estuve muchos años, pues nunca me sentí del todo cómoda porque no podía hacer lo que quería o se quedaba corto para lo que quería hacer. Y fue cuando empecé a entrar mucho más en la escritura que me sentí mucho más cómoda y más alegre, contenta con lo que podía hacer. Entonces allí fui migrando, sin embargo la publicidad sigue siendo parte de mi trabajo porque sigo trabajando en otros proyectos, digamos que está como el trabajo del día a día, aparte de la escritura, está relacionado con la publicidad, ya no desde el mismo enfoque, pero al final es un poco lo mismo.
AP: Claro, el trabajo que paga las cuentas, verdad, también, no nada más los libros.
LSM: Claro que sí, es necesario.
AP: Claro, ya lo imagino. Qué interesante tu visión sobre los niños y qué tan centrales son en tus dos libros. Me llama mucho la atención cómo una escritora puede hablar sobre niños o hablar como niño o como niña, o cómo puede hacerse un poco en esa mirada de la inocencia y la vida de un niño o de una niña. ¿Por qué ese gusto por hablar con, sobre y por la boca también a veces de los niños?
LSM: Bueno, a mí me gusta estar con niños, me siento cómoda, me siento tranquila y me siento libre en el sentido que hay un espacio para uno permitirse ser un poco sin prejuicios, más despojado de el deber ser, sobre todo en cuanto a ideas o lo que se piensa o cómo se debería actuar. Eso me gusta de los niños, eso me gusta estar con ellos, pero también hay algo muy fuerte que uno no lo decide realmente y es que mi padre es muy niño todavía y en mi casa, bueno, éramos mi hermano, mi madre, mi padre y yo, y yo a veces sentía que éramos tres niños, por ese sentido del juego de inventarnos qué hacer, la diversión, por supuesto había responsabilidad y otras cosas, pero él tenía esto muy marcado y tengo una conexión muy bonita con él en cuanto a eso, en cuanto al lado creativo. Entonces creo que eso me hizo crear una conexión de la alegría, la dicha y la niñez y todo está ahí conectado, entonces siempre es un momento, un espacio, bueno, un momento en el tiempo al que es imposible regresar la niñez, por más que uno lo intente a través de la escritura. Pero sí es un espacio que me hace sentir muy cómoda, muy tranquila y que me ayuda a entender y también a que me entiendan un poco, o al menos eso es lo que intento.
AP: Qué lindo, qué bonito tener esa relación tan lúdica con tu papá y tener también esa expectativa de decir, bueno, es un niño como yo, como cuando yo lo fui y a lo mejor sigue defendiendo a capa y espada esa inocencia que tienen los niños, maravilloso. Y algo que me llamó mucho la atención es el cambio de narrador que tienes entre un libro y otro, ha sido muy interesante leer los dos libros de manera paralela, porque aunque ya había yo leído Esta herida llena de peces, la volví a leer para verla en la visión de Mal de niña y estás eligiendo una voz omnisciente, un narrador omnisciente y después estás también recurriendo a esta primera persona. Platícanos un poco acerca de esta elección de tu narrador, de tu voz y cuáles son esas prioridades que tú le das en el momento de escribir, cuál es tu ars poética.
LSM: Bueno, mira que en Mal de niña puedo pensarla más, darle más vueltas, confundirme, porque en Esta herida llena de peces la tenía clara, que quería que fuese esta primera persona, necesitaba que fuese así por la intensidad de la historia y de lo que pasaría durante todo el trayecto. Pero con Mal de niña sí que pude pensar porque necesitaba una voz que me permitiera estar cerca de Isa, que es el personaje protagonista, pero no lo suficientemente metida dentro de ella, para no poder entender el pueblo, por ejemplo, o los otros personajes. Entonces me llama mucho la atención este narrador equisiente que está siempre allí junto a uno de los personajes, pero puede salirse un poco y mirar. Me gustaba mucho eso, tampoco quería que al ser una novela, una novela corta, pero una novela con una intensidad marcada por el abandono y por las emociones que pueden surgir en el pueblo, se llenara mucho de eso y ya quedara sobrecargada de emocionalidad y que se fuese de pronto al sentimentalismo. Entonces quería como cuidar mucho que eso no fuese a pasar, porque en algún punto con Esta herida llena de peces, al final yo misma me sentía un poco saturada de la emocionalidad de la primera persona, entonces aquí dije bueno, para este otro libro me funcionó, pero para Mal de niña necesito que haya un espacio, porque Isa, claro es una niña, pero a la vez es una niña vieja por las circunstancias y por el ambiente, entonces eso fue como lo que terminó la elección de las voces.
AP: Cierto, qué fuerte eso que dices una niña vieja, cierto, es triste pero así se siente. El libro es muy conmovedor, los dos libros son muy conmovedores y obviamente en Esta herida llena de peces además da un cambio y ahí hay algo que sucede que te golpea, en el momento en que estás leyendo te golpea. Y te tengo que confesar que, mira, leyendo mucho a las escritoras que tenemos el gusto de tener en este micrófono, pues si he notado esta tendencia acerca de escribir sobre la maternidad y las maternidades, sobre el acto de maternar, como yo lo llamo, y algo que me llamó muchísimo la atención con tu libro es un párrafo que creo que es uno de mis favoritos, en donde estás describiendo qué es una mamá y dices “¿qué hace alguien que crece sin madre? ¿lo cuida el viento, una profesora, la señora de la tienda de la esquina? ¿quién le enseña a rezar, a temer, a dejar de crear? ¿quién le dice niño eso no se hace? ¿quién le corta las alas y quién se las cose? ¿quién le pone los pies en la tierra? No tenerla a veces es lo mismo que tenerla, una madre es algo que duele, es herida y cicatriz.” Bellísimo, cuéntanos sobre esta visión sobre la madre en un libro en donde hay una madre que no es madre biológica, platícanos un poco acerca de este tema de la maternidad en tu obra.
LSM: El tema de la maternidad llegó porque había un niño, yo no me, conscientemente no quería hablar de la maternidad sino que como tú lo mencionabas ahora hay un interés en mí por los niños, por la infancia, por esa mirada y por la voz, por supuesto. Y claro cuando ya pienso que quiero escribir una novela y quiero, estoy situada en el malecón, quiero estar allí de nuevo como cuando fui muy niña, pienso que el niño ha de tener una madre o no pero si no la tiene también pues eso implicará una historia. Entonces cuando me aparece esa necesidad de la madre del cuidado de quién se va a hacer cargo del niño además de yo como escritora en su momento del libro, entonces aparece toda esta situación con la madre y las dos madres. Y claro también pienso, bueno, no puede ser una sola madre porque el lugar donde estoy escribiendo donde está ambientada la historia es mucho más complejo y va mucho más allá de yo poner una madre y dibujarla y haga un papel aquí incluso aunque fuese el mismo. Entonces aparece la necesidad de esta madre y fue muy bello porque empecé a tener una reflexión de la maternidad a partir de mi ser hija y de no ser madre en ese momento. Entonces claro para mí fue entre comillas “fácil” porque me podía hacer las preguntas a mí misma. Las preguntas del personaje y es claro yo tampoco soy madre entonces puedo entender este personaje, esta mujer que tampoco es madre pero que quiere cuidar y criar a este niño lo mejor posible. Entonces fui intentando ponerme en el lugar de ese personaje, sumergirme totalmente en la situación y recordar, pensar, analizar, escribir mucho acerca de mi madre, de mi relación con ella y recordar un montón de cosas que antes ni siquiera había pensado no le había dedicado tiempo.Entonces nace de esos dos puntos y ya también de un interés por la maternidad. Pero sobre todo por el cuidado y por las relaciones de solidaridad alrededor de la maternidad especialmente en el lugar donde está situada la novela. Una necesidad de solidaridad entre las mujeres no solamente porque sí, porque somos mujeres y entendemos en lo que estamos sino porque bueno las condiciones sociales y políticas hacen necesaria que esa solidaridad y ese apoyo sea en todo momento.
AP: Claro. Lorena tú vienes de un país en donde la violencia ha hecho mucho y ha sido además como muchas violencias. Ahora que acabo de entrevistar a Andrea Cote que también es paisana tuya, ella hablaba de otra situación violenta que ha sucedido o que sucedió a lo largo de la historia de Colombia que no tiene que ver con la guerra contra el narcotráfico y la guerra que tuvieron por el tráfico de drogas. De qué manera sientes tú que la violencia en Colombia debe de estar retratada o debe de ser parte de tu obra o no debe serlo simplemente no hay manera de evitarlo.
LSM: En mi caso hay algo muy, muy particular y es que particular en cuanto a la escritura. Porque sé que esto para muchas personas de mi país desde luego es el día a día y para quien no es el día a día tiene recuerdos que es imposible dejar atrá. Y es mi caso. Yo crecí con una historia familiar donde había situaciones complejas de conflicto armado y también me tocó vivirla desde muy pequeña. Entonces eso ya sembró en mí muchas preguntas y muchos miedos. Miedos que por supuesto cargo hasta el día de hoy como muchas personas en mi país. Mis pesadillas no son con monstruos, ojalá, ni con brujas. Sino con otro tipo de miedos y de personajes que también dan terror y es todo lo que está relacionado al conflicto y también a la corrupción. Entonces todo este tema entra en lo que escribo justamente por eso, porque no lo puedo separar de mí. Cuando yo escribí Esta herida llena de peces, como ves, yo no había publicado nada, si acaso algunos cuentos y mi cercanía con el mundo literario era cero. Entonces no tenía en cuenta, no conocía muchos contextos, no sabía cómo se movía todo, de qué estaban hablando y demás. Yo sencillamente llegué con esta historia y luego, bueno, me di cuenta que hay un mundo allí de historias que también han hablado del conflicto, bueno, sí como lectora pues algo había leído. Pero ya empecé a verlo desde otro punto y me pareció interesante poder hablar y tener espacios para pensar y para escribir acerca de estos temas que son importantes para mí. Ahora, lo hice desde un comienzo y lo sigo haciendo, no como una necesidad consciente sino como algo que sale porque es algo que me ha afectado siempre y porque me duele también, pues, lo que le sigue afectando a mi país. Y de ahí pues obviamente puedo salir a Latinoamérica y se sigue extendiendo. Entonces hay una sensibilidad con estas situaciones que es imposible que separe de mí, pero asimismo en este caso es eso. Pero pudo haber sido mi interés hacia, no sé, el dolor de las personas mayores cuando se quedan de pronto solas o un dolor especialmente fuerte por una relación con la naturaleza. Yo creo que a todos nos toca algo mucho más fuerte que otras cosas, aunque las otras cosas también nos duelan. En mi caso es este tema de la violencia y por eso, de una u otra forma, siempre va a estar presente. Creo que Esta herida llena de peces está de forma muy literal al final pero es lo que deja, pues, como claro que eso me marcó muchísimo. Y bueno, yo creo que lo seguiré explorando de muchas otras formas que respondan o que sean fieles a mi forma de hacer las cosas y describir en determinado momento.
AP: Claro pero además, no nada más es la cuestión de la violencia sino es la cuestión del amor de esta gran manera de sentir el amor y a la vez de tener que pensar en que las cosas no son permanentes. No son de uno. Lo que sucede con el niño que si tiene una madre o tiene dos madres, hay algo muy interesante ahí también. En pensar, por ejemplo, quién es la madre de verdad, quién es la madre que realmente, si es malvada abandonando o si es una madre que es parte de la víctima también de ser víctima de la situación. Cuéntanos un poco acerca de esa intersección, esa manera tuya también de abordar el tema del cuidado y del tema del amor como una sociedad también de mujeres. Porque ahí está también otros personajes femeninos que están orbitando alrededor de este niño en tu libro Esta herida llena de peces.
LSM: Bueno allí aparece algo que para mí, que he descubierto que para mí es importante, y es el desapego o el no hacer mío absolutamente nada. En el caso de Esta herida llena de peces, me dio la oportunidad de pensar eso, la relación entre la madre y el niño. La madre tiene claro todo el tiempo que el niño no es suyo por más que sienta dolor, por más esté angustiada por el desenlace que ella intuye, sabe que el niño no es suyo y hay un constante diálogo interno acerca de ese tema. También pasa un poco en Mal de niña, hay una intención de una relación con el desapego pero bueno yo sé que esto son intentos de los personajes de venderse esa idea y de asimilar la idea, de hacerla cuerpo. Pero es difícil entonces en ese proceso voy tejiendo esas relaciones entre los personajes que van mostrando como, por supuesto, hay impulsiones y hay deseos muy fuertes, pero hay una conciencia detrás de todo de “nada es mío.” No es mío el niño, no es mío mi padre, no es mío el río, y asimismo pues, por supuesto, esto sale de mí. Eso es algo que sí pienso yo personalmente de este no adueñarnos de nada ni ni siquiera de la escritura.
AP: Claro. El desapego con Mal de niña es una cosa tan fuerte porque además están como casual, como que está sucediendo cada día y uno sufre en el momento de estar leyendo. Pues este desapego, con un padre que seguramente sufría dentro de él, pero de alguna manera cuando tú lo ves en acción o en la falta de acción, en el desapego y es impresionante. Y Lorena, acabas de mencionar una palabra clave: río. Y se me hizo muy interesante; cuando entrevisté a Nona Fernández, ella tiene un libro que se llama Mapocho que es este libro que atraviesa Santiago de Chile, en donde hay muchas cosas suceden, muchas cosas en este río. Y cuando entrevisté, repito, a Andrea Cote, ella dijo que ella estaba muy relacionada con el río en donde ella creció, cerca de donde ella nació. Ahí pasa este río y para ella el río es importante.Y tú escoges también un río, escoges el Atrato. ¿Por qué ese río y por qué esta presencia tan fuerte del río en tu obra?
LSM: Bueno, el río en Esta herida llena de peces es la estructura narrativa de la novela pero también el impulsor de la novela misma. Mi deseo empieza, o muy humilde, empieza desde el río, estar parada frente al río y esto viene desde mucho antes de situaciones familiares que tuvieron que ver con el río Atrato. Tuve, lo conté de hecho hace poco por primera vez en una charla en un encuentro de escritoras en Manizales, y fue que hubo una historia desafortunada en mi familia. Un sacerdote párroco Bojayá, Jorge Luis Mazo, murió o fue asesinado, más bien, en el río Atrato por los paramilitares porque estaba ayudando a las comunidades, por supuesto, desde su labor personal pero desde su labor también como párroco y como padre. Entonces este accidente ocurre allí en el río. Yo llego muy pequeña a vivir allí justo al frente donde ocurre esto y se siembra en mí una pregunta respecto al río. Porque el río dejó que esto pasara. Claro, a los niños nadie les explica nada porque se tiene la creencia de que no entienden, lo cual es totalmente falso, pero bueno. En mi caso, se quedó así y cada que cumplía un año como que la visión cambiaba un poco y empezaba a pensar en el río de una forma diferente. Entonces pasé por todas las etapas de duelo junto al río hasta que finalmente, bueno. Ya estoy mayor y entiendo que fue lo que pasó y ya no le he hecho la culpa al río, pero sí entiendo como el río ha sido una víctima también de todas las situaciones que han pasado. Esa situación que me pasó, que le pasó a mi familia, pues la han vivido muchas más familias en mi país. Pero para mí fue especial a lo mejor por el momento la que tenía y si marcó un interés en cuanto al río. Luego, de alguna forma, a lo mejor Esta herida llena de peces después de tantos años sale o nace de mí por esta tristeza y por estas preguntas, sumadas a otras, pero el río hizo parte de ese proceso de entendimiento de la situación social, cultural, de conflicto de mi país y por supuesto del territorio donde está inspirada y situada la novela.
AP: Y ahí dices, “el río no discrimina. Bendice y ahoga.” Claro, a unos y a otros verdad sin importar de dónde vienen y quiénes son. Muy interesante, muy interesante esta visión en lo que dices que es lamentable la anécdota atrás, pero bueno pues fue un detonador también para tu reflexión. Y siento yo que en Mal de niña tienes una influencia rufiana enorme. Es increíble las voces y no voces de este pueblo, y de alguna manera estas historias que suceden de manera paralela. Todas con una gran mirada lacónica, yo diría. Incluso las personas están tratando de sobrevivir, pero sin sobrevivir sin hacer ese esfuerzo de asirse de la vida. Al contrario, es casi casi como dejándola ir. ¿A quiénes leíste cuando escribiste Mal de niña, qué influencia tienes tú en tu escritura?
LSM: Bueno, gracias por lo que dices. Es muy bello, y mira que por supuesto Rulfo ha sido una inspiración para mí. Hay una belleza suprema, a mi modo de ver, en lo que él hace. Su mirada despojada, sin serlo así, sino completamente trabajada detrás es algo que admiro muchísimo. Y de la mano de Rulfo también pienso en Onetti, que me gusta muchísimo también y toda esa construcción de personajes y también esa forma de trabajar la novela corta, que es algo que me interesa muchísimo. Pienso también en Marosa di Giorgio, que si bien Mal de niña podría no estar tan cerca en cuanto al tono y demás, es para mí es una inspiración total en Los papeles salvajes y tenerla cerca y leerla y estudiarla. También Felisberto Hernández, y este libro lo escribirán parte en Montevideo, entonces claro hay una presencia allí fuerte. Me ayudaron muchísimo tanto ellos como la soledad de las tardes de Montevideo. Por otro lado también Julio Ramón Ribeyro ha sido importante para mí en el sentido que sus personajes me han enseñado, o me han invitado a crear otros personajes hijos de estos. Obviamente estoy guardando las distancias, pero ha sido como mi ideal de personajes. Me llama mucho la atención cómo puede construir tanto con una sencillez y una profundidad tremenda, todo ambientado en un lugar supremamente sencillo y que para muchos podría ser incluso aburrido. A mí esto me gusta muchísimo, creo que da espacio para pensar y yo creo que las novelas deberían tener espacios para pensar, que es lo que me interesa, por ejemplo, mucho más de la de la novela. Tiene ese espacio de no estar resuelto. En la novela siempre hay un hay una mirada, aunque sea una novela abierta hay algo que se cierra, así sea invisible. En la novela quedan cosas abiertas quedan preguntas, quedan caminos y eso me gusta. Eso me llama mucho la atención porque es un invitación finalmente a pensar.
AP: Claro, qué buenas referencias, claro que sí. Filisberto Hernández, me encantó esa referencia también, y por supuesto Onetti. Y bueno, algo que también viene en tus libros es la música y reconocí algunos boleros que son mexicanos. Yo soy nacida en México y se me hizo muy lindo esta idea de estarle metiendo la letra de canciones. ¿Por qué?
LSM: Bueno México y lo que ha llegado a Colombia, para mí ha sido un regalo total y entre esos, la música. La música fue mis primeros libros, o al menos los primeros libros más importantes a los que más me apegué. Yo crecí en un lugar donde había una cantina a mi derecha y otra a mi izquierda, entonces bueno ya te imaginarás las historias que crecí escuchando. Y esas historias, de tanto escuchar ya dejaba de escuchar el ritmo y me concentraba en las historias y así una y otra vez. Entonces esos primeros libros que fueron canciones me abrieron muchas posibilidades y cuando me siento a escribir todavía pasa. Entonces siempre pienso en canciones o siempre pienso incluso la estructura de los textos como si fueran una canción o tengo canciones que me dan o me susurran un tono, una cadencia e intento aprenderlo, llevarlo a la escritura. Es un ejercicio de traducción sumamente arbitrario, pero bueno. Me ayuda al menos para pensar y para intentar entender cómo quiero que estén allí. Entonces la música es eso en cuanto al ritmo. Me es una guía, y en cuanto a las historias que cuentan las canciones son una inspiración. Hablemos del tango, de los boleros, del son cubano, del mismo vallenato, por ejemplo. Están llenos de historias maravillosas donde está el ritmo y también hay algo que me llama mucho la atención: es la sintaxis de las canciones. Hay demasiada riqueza, hay una poética ya en esa sintaxis y yo creo que la escritura se enriquece mucho más cuando aprende
de la música. Y sobre todo de la música popular.
AP: Qué maravilla. Me encanta esta referencia de tener las cantinas de un lado a otro y ya entonces estar escuchando las historias y no tanto la música. Muy interesante. Ahora, tienes otros cuentos, otras historias que has escrito en otros lados y yo veo una presencia de las mujeres. Hay muchas mujeres muy distintas en lo que escribes. Estoy pensando, por ejemplo, en Julia escondida y otras mujeres y en otros más. Háblanos brevemente acerca de esta visión de retratar muchos, de hacer muchos retratos de mujeres.
LSM: Bueno, yo creo que puede venir por la familia y esa labor de enseñanza de educación. Que principalmente, bueno, en muchos hogares sobre todo en generación, creo que ahora ya pues todo está un poco más equilibrado, al menos un poco, pero sí que las mujeres siempre eran las que se encargaban de esa labor de enseñanza. Y pienso en mi abuela y pienso en mis tías y pienso también en maestras. Y las mujeres han sido parte fundamental en mi vida y a la hora de escribir es imposible que no hagan parte. También, por otro lado, ser mujer se aprende todos los días. O al menos, lo que uno quisiera hacer, a donde uno quisiera ir. No solamente literariamente, sino en cuanto a lo personal. Entonces, todo lo que pueda escribir es una búsqueda de ese entendimiento de ser mujer, de ser mujer en esta sociedad, qué ha pasado, cómo ha sido mi pensamiento en mis reflexiones a través de los años. Soy sumamente joven entonces, bueno, apenas empiezo ese camino. Pero la escritura me ayuda a pensarlas y a entender e investigar un poco, pues, qué ha pasado con otras mujeres. Y la escritura nada más es un oficio sumamente solitario, entonces también escribir de mujeres y leer mujeres me hace como que pueda crear un grupo, no sé, invisible con el que puedo dialogar y entenderme. Entonces siempre me he sentido mucho más más cómoda con mujeres, mucho más cuidada también.
AP: Qué lindo, qué lindo. Me encanta lo que dices, más cuidada. Y sí, cada día aprendemos a ser mujeres de distintas maneras. Vamos a cerrar la conversación con una pregunta acerca de tus talleres. Tú eres tallerista y has dado varios talleres. ¿Cuál sería para ti la filosofía lo más importante en este ejercicio que es el tallerear?
LSM: Bueno, el tallerear es lo mejor que tenemos hoy porque vuelvo a lo mismo. Es un oficio muy solitario y yo sé que esto ya lo han dicho muchas compañeras, pero yo estoy convencida de que la escritura es en comunidad. Por más que uno esté solo escribiendo en algún momento, estás escribiendo a partir de recuerdos, a partir de lo que te han dicho otras personas, lo que te han contado, lo que has escuchado. Y los talleres permiten eso. Permiten una conversación, permiten que te salgas de ti mismo y que puedas abrirte a otras posibilidades y que se derribe un poco el mito del genio. Yo sí que creo en la inspiración, yo sí creo en conectar con eso, por algo me gusta tanto Marosa di Giorgio. Pero también creo mucho en el trabajo y en el trabajo en el grupo. En eso que se teje en comunidad. Entonces los talleres permiten eso. También permite que podamos pensar y conversar más allá de lo que se puede conversar. Por ejemplo, en redes sociales. Realmente creo que no se puede conversar en las redes sociales; es algo muy, muy limitado. No hay espacio para el debate, para la conversación, sino para la sentencia. Entonces en los talleres se puede debatir, se puede conversar, se puede entender otras miradas y se puede traer de nuevo autoras y autores que en su momento no fueron tan conocidos pero que su trabajo es maravilloso y hacer una combinación entre lo contemporáneo y lo que estuvo mucho antes. Entonces creo que son espacios de creación maravillosos y también espacios de compañía.
AP: Bellísimo, bellísimo. Pues muchísimas gracias, Lorena, y muchísimas felicidades por estos dos libros. Yo auguro que vienen muchos muy buenos. Vamos a estar muy pendientes de ti. Esta herida llena de peces está en audiobook, está traducido al inglés. No se lo pierdan. Mal de niña también es un libro enorme, enorme. Y bueno, ya que vayan leyendo un poquito más sobre Lorena Salazar se van a dar cuenta por qué quede tan encantada con estos dos libros. Muchísimas gracias, Lorena. Felicidades por tu trabajo.
LSM: Gracias a ti, Adriana, y a Hablamos, escritoras por este espacio. Estoy encantada de estar aquí. Bueno, ya nos veremos más adelante.
AP: Claro que sí. Un abrazo muy grande desde Austin, Texas
AP: En verdad, en verdad no pueden dejar de leer a Lorena Salazar Masso. Estoy muy contenta de tenerla ahora en este espacio y le agradezco muchísimo a Penguin Random House Colombia por haber abierto esta puerta y habernos permitido llegar hasta Lorena Salazar. Yo soy Adriana Pacheco y me da muchísimo gusto ser parte de este equipo que es Hablamos, escritoras.
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